EL DOMINIO DE LA MENTE
Hay escuelas que se dedican a fortificar la mente, dan cursos por correspondencia, enseñan a desarrollar la fuerza mental, etc. Todo eso es absurdo, no es fortificando los barrotes de la prisión donde estamos metidos lo indicado. Lo que necesitamos es destruir esos barrotes para conocer la verdadera libertad que como les he dicho a ustedes, no es del tiempo.
Mientras estemos entre la cárcel del intelecto seremos incapaces de experimentar la verdadera libertad.
La mente en sí misma es una cárcel muy dolorosa. Nadie ha sido feliz con la mente hasta la fecha. ¿Cuándo he conocido al primer hombre feliz con la mente? La mente hace desdichadas a todas las criaturas, las hace infelices. Los momentos más dichosos que hemos tenido todos en la vida han sido siempre en ausencia de la mente. Ha sido un instante sí, pero que ya no se nos podrá olvidar nunca. En tal segundo hemos sabido lo que es la felicidad, pero esto ha durado sólo un segundo. La mente no sabe qué cosa es la felicidad, ella es una cárcel.
Hay que aprender pues a dominar la mente; no la ajena sino la propia, dominarla si es que queremos independizarnos de ella.
Se hace necesario, se hace indispensable aprender a mirar la mente como algo que debemos dominar; como algo que, digamos, debemos amansar. Recordamos al Divino Maestro Jesús entrando a Jerusalém Celestial montado en su borrico en Domingo de Ramos. Ese borrico es la mente que hay que someterla, debemos montar en él, no que él monte en nosotros. Desgraciadamente la gente es víctima, el borrico monta sobre la gente, la pobre gente no sabe montar en el borrico. Es un borrico, dijéramos, demasiado torpe y hay que dominarlo si es que verdaderamente queremos montar en él.
Durante la meditación debemos platicar con la mente; si alguna duda se atraviesa, necesitamos hacer la disección a la duda. Cuando una duda ha sido debidamente estudiada, cuando se le ha hecho la disección , no deja en nuestra memoria rastro alguno, desaparece. Pero cuando una duda persiste, cuando queremos nosotros únicamente combatirla incesantemente, entonces se forma conflicto. Toda duda es un obstáculo para la meditación; pero no es rechazando las dudas como vamos a eliminarlas, es haciendo la disección para ver que es lo que esconde de real.
Cualquier duda que persista en la mente se convierte en una traba para la meditación, entonces hay que analizar, descuartizar, reducir a polvo la duda, no combatiéndola, no, repito, abriéndola con el escalpelo de la autocrítica, haciéndole una disección rigurosa, implacable. Sólo así vendremos a descubrir qué es lo que había de importante en la duda, y qué era lo que había de real en la duda y qué lo irreal. Así pues, las dudas a veces sirven para aclarar conceptos. Cuando uno elimina una duda mediante el análisis riguroso, cuando le hace la disección, descubre alguna verdad; de tal verdad viene algo más profundo, más sapiencia, más sabiduría.
La sabiduría se elabora pues sobre la base de la experimentación directa, sobre la experimentación propia, sobre la base de la meditación profunda. Hay veces que necesitamos, repito, platicar con la mente, porque muchas veces, cuando queremos que la mente esté quieta, cuando queremos que la mente esté en silencio, ella persiste pues en su necedad, en su parloteo inútil, en una lucha de antítesis. Entonces es necesario interrogar a la mente, decirle: pero bueno, ¿qué es lo que tu quieres mente? Bien, contéstame, explícame qué es lo que tu quieres. Si la meditación es profunda puede surgir en nosotros alguna representación, en esa representación, en esa figura, en esa imagen está la respuesta. Debemos entonces platicar con la mente y hacerla ver la realidad de las cosas, hasta hacerle ver que su respuesta está equivocada, hacerle ver que sus preocupaciones son inútiles y el motivo por el cual son inútiles y al final la mente queda quieta , en silencio. Más si notamos que no surge la iluminación todavía, que aún persiste en nosotros el estado caótico, confusión incoherente, con su lucha y su parloteo incesante, entonces tenemos que llamar nuevamente a la mente al orden, interrogarla : bueno ¿qué es lo que tu quieres?, decirle ¿qué es lo que tu andas buscando? ¿porqué no me dejas en paz?, habla claro. Platicar con la mente como si fuera un sujeto extraño, porque ciertamente ella es un sujeto extraño, ella no es el Ser, entonces hay que tratarla como a un sujeto extraño, hay que recriminarla, hay que regañarla.
Los estudiantes del Zen avanzado acostumbran el yudo, pero el yudo psicológico de ellos no ha sido comprendido por los turistas cuando llegan al Japón. Ver por ejemplo a los monje practicando el yudo, luchando unos con otros parecería como ejercicio meramente físico más no lo es. Cuando elos están practicando el yudo realmente casi no se están dando cuenta del cuerpo físico, su lucha va realmente a dominar su propia mente, el yudo en que se hallan combatiendo es contra su propia mente de cada uno; de manera que el yudo psicológico tiene por objeto someter la mente, tratarla científicamente, técnicamente, con el objeto de someterla. Desgraciadamente los occidentales que solamente ven la cáscara del yudo, como siempre superficiales y necios, tomaron el yudo como defensa personal física. Se olvidaron de los principios Zen y Chang y eso ha sido verdaderamente lamentable. Es algo muy semejante a lo que sucedió con el Tarot; ustedes saben que en el Tarot están todas las leyes cósmicas de la naturaleza, por ejemplo un individuo que habla contra la magia sexual, está echando encima un Karma horrible; un individuo que hable a favor del dogma de la evolución y que quiera esclavizar a las mentes ajenas dentro del dogma de la evolución, está quebrantando la ley del Arcano X del Tarot, así sucesivamente. El Tarot es el patrón de medida para todos, como lo dije en mi libro titulado : “El Misterio del Aureo Florecer”, termino diciendo que los autores son libres de escribir lo que quieran, muy libres, pero que no olviden el patrón de medidas que es el Tarot, el libro de oro, si es que no quieren violar las leyes cósmicas, caer bajo la ley de la katancia, es el karma superior. Quienes defienden el dogma de la evolución están quebrantando las leyes del Arcano X del Tarot.
Bueno, después de esta pequeña digresión, quiero decirles a ustedes que este Tarot tan sagrado, tan sapiente, se convirtió en juego de poker, en los distintos juegos de naipes que hay para divertir a la gente; se olvidó la gente de sus leyes, de sus principios; las piscinas sagradas de los templos de la antigüedad, templos de misterios, se convirtieron hoy en las albercas para bañistas; el toreo, ciencia profunda, ciencia taurina de los antiguos misterios de Neptuno en la Atlántida, perdió sus principios, se convirtió hoy en el circo vulgar de todos; así pues no es extraño que el yudo Zen, Chang, que tiene por objeto precisamente el someter a la mente propia, en cada uno de sus movimientos y paradas haya degenerado, haya perdido sus principios en el mundo occidental y se haya convertido nada más que en algo profano, que sólo se usa hoy para la defensa personal.
Miremos el aspecto psicológico del yudo, ahora no quiero decirles a ustedes que yo voy a enseñarles yudo físico, porque ni yo mismo lo practico; pero si estoy enseñándoles un yudo psicológico; se necesita dominar la mente, la mente tiene que obedecer, hay que recriminarla fuertemente para que obedezca.
Cómo es posible que estando nosotros en una práctica de meditación, en instantes que buscamos la quietud y el silencio, mas se impone ella, no quiere estarse quieta, hay que saber porqué no quiere estarse quieta, hay que interrogarla, hay recriminarla, hay que azotarla, hacerla obedecer, es un borrico terco, torpe, que hay que domeñarlo.
Esto no lo ha enseñado Krishnamurti, tampoco lo ha enseñado el Zen ni el Chang, esto que les estoy diciendo pertenece a la Segunda Joya del Dragón Amarillo, a la Segunda Joya de la Sabiduría. Dentro de la Primera Joya podemos incluir al Zen; pero la Segunda Joya no la explica el Zen, aunque si tenga lo prolegómenos con su yudo psicológico. La segunda Joya implica la disciplina de la mente, dominándola, azotándola, regañándola. La mente es un borrico insoportable que hay que amansar.
Así pues, durante la meditación tenemos que contar con muchos factores si queremos llegar a la quietud y al silencio de la mente. Necesitamos estudiar el desorden porque solamente así nosotros podemos establecer el orden. Hay que saber qué es lo que existe en nosotros de atento y qué es lo que hay en nosotros de inatento. Siempre que entramos en meditación nuestra mente está dividida en dos partes, la parte que atiende, la parte atenta y la parte inatenta. No es en la parte atenta que tenemos que poner atención sino precisamente en lo que hay de inatento en nosotros. Cuando nosotros logramos comprender a fondo lo que hay de inatento en nosotros y estudiar los procedimientos para que lo inatento se convierta en atento, habremos logrado la quietud y el silencio de la mente. Pero tenemos que ser juiciosos en la meditación, enjuiciarnos a sí mismos, saber qué es lo que hay de inatento en nosotros. Necesitamos hacernos conscientes de aquello que exista de inatento en nosotros.
Pregunta - Cuando decimos que debemos dominar la mente, ¿quien la debe dominar?
Respuesta - La esencia, la esencia debe dominar a la mente, la conciencia.
Pregunta - Entonces, ¿despertando conciencia tenemos más poder sobre la mente?
Respuesta - Naturalmente que si, si nos hacemos conscientes de lo que hay de inconsciente en nosotros.
Así pues se hace urgente, inaplazable, domeñar la mente, platicar con ella, recriminarla, azotarla con el látigo de la voluntad, hacerla obedecer, eso pertenece a la Segunda Joya del Dragón Amarillo. Como les digo, yo estuve reencarnado en la China Antigua y me llamé Chou Li, fui iniciado en la Orden del Dragón Amarillo; tengo órdenes de entregar las Siete Joyas del Dragón Amarillo.
Ante todo no debemos identificarnos con la mente si es que queremos sacar verdaderamente el mejor partido de la Segunda Joya, porque si nosotros nos sentimos siendo mente; si digo estoy razonando, estoy pensando, entonces estoy afirmando un adefesio y no estoy de acuerdo con la Doctrina del Dragón Amarillo, porque el Ser no necesita del pensar, el Ser no necesita del razonar, quien razona es la mente, el Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser. El es lo que Es, lo que siempre será. El es la vida que palpita en cada átomo como palpita en cada sol. Así pues lo que piensa no es el Ser, quien razona no es el Ser, no tenemos nosotros encarnado todo el Ser; pero tenemos encarnada una parte del Ser, es la Esencia, el Budhata, eso que hay de Alma en nosotros, lo anímico, el material psíquico. Es necesario pues que esta Esencia viviente se imponga sobre la mente.
Pregunta - Maestro, ¿quiere decir entonces que lo que analiza es el yo, los yoes?
Respuesta - Así es, porque los yoes no son sino formas de la mente, formas mentales que hay que desintegrar, reducir a polvareda cósmica.
Pregunta - En ese caso, ¿dejamos de analizar y de razonar?
Respuesta - Pues claro que si, aun podría darse el caso de que alguien disuelva los yoes, los elimine; podría darse el caso de que ese alguien además de disolver los yoes se fabrique un cuerpo mental, obviamente adquiere individualidad intelectual, empero tiene que libertarse hasta del mismo cuerpo mental, porque el mismo cuerpo mental por muy perfecto que sea también razona, también piensa, y la forma más elevada de pensar es no pensar; mientras se piensa no se está en la forma más elevada de pensar. Es Ser no necesita pensar. El es lo que siempre ha sido, lo que siempre será. Así pues en síntesis, hay que subyugar a la mente, azotarla, interrogarla, no necesitamos someter mentes ajenas porque eso es magia negra, no necesitamos dominar la mente de nadie porque eso es brujería de la peor clase, lo que necesitamos nosotros es someter a nuestra propia mente, dominarla.
Durante la meditación, repito, hay dos partes; aquella que está atenta y aquella que está inatenta. Necesitamos hacernos conscientes de lo que hay de inatento en nosotros y podemos evidenciar que lo inatento tiene muchos factores. Vamos a analizar algunos de esos factores : duda, hay muchas dudas, son muchas las dudas que existen en la mente humana. ¿De donde vienen las dudas de la mente? Veamos por ejemplo el ateísmo, el materialismo, el misticismo. Si las descuartizamos vemos que existen muchas formas de escepticismo, muchas formas de ateísmo, muchas formas de materialismo. Existen personas que se dicen ateos materialistas; sin embargo le temen por ejemplo a las hechicerías, a las brujerías, respetan a la naturaleza, saben ver a Dios en la naturaleza, pero a su modo, cuando se les platica sobre asuntos espirituales o religiosos, se declaran ateos, materialistas; su ateísmo es una forma nada más, incipiente. Hay otras formas de materialismo y ateísmo, el del tipo marxista leninista, incrédulo, escéptico. En el fondo algo busca ese materialista ateista, quiere sencillamente desaparecer, no existir, aniquilarse íntegramente, no quiere saber nada de la Mónada Divina, la odia, obviamente al proceder así, se desintegrará como él lo quiere, es su gusto, dejará de existir, descenderá a los mundos infiernos, hacia el centro de gravedad del planeta, ese es su gusto, autodestruirse. Perecerá, pero si continúa, la Esencia se liberará, retornará a nuevas evoluciones y pasará por nuevas involuciones, volverá una y otra vez en distintos ciclos de manifestación a caer en el mismo escepticismo y materialismo, pero a la larga aparece el resultado. Cual? Cuando el día en que definitivamente se cierran todas las puertas, cuando los tres mil ciclos se agotan, entonces esa Esencia se absorbe en la Mónada, ésta a su vez entre el seno espiritual Universal de vida pero sin maestría. ¿Que era lo que quería realmente esa Esencia? ¿Que era lo que buscaba con su ateísmo, con su materialismo? ¿Cuál era su anhelo? Su anhelo era rechazar la Maestría, en el fondo eso era lo que quería, lo consigue, no valora, pero al fin termina como una chispa divina sin maestría. Así pues las formas de escepticismo son variadas; hay gente que se dice católica, apostólica y romana, sin embargo en sus exposiciones son crudamente materialistas y ateístas, pero van a misa los domingos, comulgan y se confiesan, esa es otra forma de escepticismo.. Si analizamos todas las formas habidas y por haber de escepticismo y materialismo, descubrimos que no hay un solo escepticismo, no hay un solo materialismo. La realidad es que son millones de formas de escepticismo y materialismo, y son millones sencillamente porque son mentales, cosas de la mente; es decir, el escepticismo y el materialismo son de la mente y no del Ser. Cuando alguien ha pasado más allá de la mente, se ha hecho consciente de la verdad que no es del tiempo, obviamente no puede ser ni materialista ni ateísta. Aquel que alguna vez ha escuchado al verbo, está más allá del tiempo, más allá de la mente, obviamente no puede ser materialista ni ateísta. El ateísmo es de la mente, pertenece a la mente, es como un abanico; todas las formas de materialismo y ateísmo semejan un gran abanico, son tantas, tan variadas, es el abanico de la mente; pero de lo que hay de real está más allá de la mente.
El ateísta, el materialista es ignorante, jamás ha escuchado al verbo, nunca ha conocido la palabra divina, jamás ha entrado en la corriente del sonido.
Así pues es la mente donde se gesta el ateísmo y el materialismo, son formas de la mente, formas ilusorias que no tienen ninguna realidad. Lo que verdaderamente es real no pertenece a la mente, lo que ciertamente es real está más allá de la mente. Independizarnos de la mente es importante para conocer lo real, no para conocerlo intelectualmente, sino para experimentarlo real y verdaderamente. Así pues, al poner atención en lo que hay de inatento podemos ver distintas formas de escepticismo, de incredulidad, de dudas, etc. Ya viendo cualquier duda de cualquier especie, hay que descuartizarla, hacerle la disección para ver qué es lo que quiere de verdad, y una vez que la hemos descuartizado totalmente, la duda desaparece no dejando en la mente rastro alguno, no dejando en la memoria ni la más insignificante huella.
Cuando observamos pues lo que hay de inatento en nosotros, vemos también la lucha de antítesis en la mente, es entonces cuando hay que descuartizar a esas antítesis para ver qué es lo que tienen de verdad. Otras veces, recuerdos, emociones, deseos o preocupaciones que se ignoran, que no se sabe de donde vienen, porqué vienen.
Cuando juiciosamente vemos que hay necesidad de llamar la atención a la mente, hay un punto máximo en que uno se ha cansado con la mente, que no quiere ya obedecer en ninguna forma, entonces no queda más que recriminarla, hablarle fuertemente, tratarla frente a frente, cara a cara, como a un sujeto extraño e inoportuno, azotarla con el látigo de la voluntad, recriminarla con la palabra dura hasta hacerla obedecer. Hay que platicar con la mente muchas veces para que entienda; si no entiende, pues hay que llamarle al orden severamente.
No identificarse con la mente es indispensable, así azotar a la mente, subyugándola, dominándola, pues ella tendrá violencia, y volvemos nosotros a azotarla, así nosotros nos salimos de la mente y llegamos a la verdad, aquello que ciertamente no es del tiempo. Cuando nosotros logramos asomarnos a eso que no es del tiempo, podemos experimentar un elemento que transforma radicalmente. Existe cierto elemento transformador que no es del tiempo, solamente se puede experimentar, repito, cuando salimos de la mente, es cuando sentimos ese elemento transformador; luchar intensamente hasta conseguir la auto-realización íntima del Ser.
Una y otra vez necesitamos independizarnos de la mente y entrar en la corriente del sonido, el mundo de la música, en el mundo donde resuena la palabra de los Elohim, donde reina ciertamente la verdad.
Pero mientras estemos embotellados entre la mente, ¿qué podemos saber de la verdad?, lo que otros dicen, ¿pero qué sabemos nosotros?, lo importante no es lo que otros dicen sino lo que nosotros experimentemos por sí mismos. Nuestro problema está pues en cómo salirnos de dentro de la mente. Nosotros necesitamos ciencia, sabiduría, para emanciparnos. Así pues, mis caros, hermanos espero que todos ustedes en la práctica de hoy hagan, dijéramos, consciencia de lo que existe de inatento en ustedes; sean capaces de hacerle la disección a cualquier duda, sean capaces de dominar la mente, de platicar cara a cara con ella, de recriminarla, etc. El objetivo de nosotros es buscar la quietud y el silencio mental.
Cuando creemos que la mente está quieta, cuando creemos que está en silencio y sin embargo no viene ninguna experiencia divina a nosotros, es porque no está quieta la mente, ni en silencio; en el fondo ella continúa luchando; en el fondo ella está parloteando. Entonces nosotros tenemos que a través de la meditación encararla, platicar con ella, recriminarla, interrogarla, ¿qué es lo que quiere? Que conteste, que explique ¿qué quiere/. Decirle : mente, ¿pero porqué no estás quieta? ¿porqué no me dejas en paz? ¿qué es lo que tu quieres? Ella dará alguna respuesta, nosotros le contestaremos con otra explicación, tratando de convencerla. Pero si no quiere convencerse, no quedará más remedio que someterla por medio de la recriminación y el látigo de la voluntad.
Como les dije, esto pertenece al Segunda Joya del Dragón Amarillo; el Zen solamente abarca la Primera Joya, estos conocimientos que les estoy dando esta noche pertenecen a la Segunda Joya, ¿hay preguntas?
Pregunta - Maestro, nos indicaron que también se podía meditar en los opuestos, y si tengo en la mente una joven bonita, entonces debo colocarle una joven fea, y si veía una flor, colocarle una flor marchita, así pues eso parece disiparle. ¿Es posible también aquietar la mente, no a la fuerza, sino llegar a que esté quieta espontáneamente?
Respuesta - Todo eso que tu estás exponiendo no es sino el fragmento de una enseñanza desconocida. Lo que va más al fondo de esto, es lo que estoy enseñando; así pues nos asalta un pensamiento de odio, un recuerdo malvado, pues hay que tratar de comprende, tratar de ver su antítesis que es el amor, si hay amor ¿porqué ese odio? ¿con qué objeto? Surge por ejemplo el recuerdo de un acto lujurioso, pasar por la mente el cáliz sagrado y la santa lanza, decir : ¿porqué he de profanar con mis pensamientos morbosos?
Si en el fondo lo que se quiere, si después sigue en su forma, dijéramos, esotérica simplemente, así surge un recuerdo de una persona alta, por ahí la ves bajita, pues eso sencillamente está correcto, en la síntesis pues está la clave. Sabe buscar siempre la síntesis, porque de la tesis hay que pasar a la antítesis, pero la verdad no se encuentra ni en la antítesis ni en la tesis. En la antítesis y tesis hay discusión, el resultado de la discusión es la solución, eso es lo que exactamente se quiere : afirmación, negación discusión solución. Afirmación de un mal pensamiento, negación del mismo mediante la comprensión de su opuesto, discusión, hay que discutir que es lo que tiene de real de uno y otro hasta llegar a la sabiduría y dejar la mente quieta, en silencio, así es como se debe practicar.
Todo eso es una parte pues de las prácticas conscientes, de la observación de lo que hay de inatento; pero simplemente si decimos es el recuerdo de una persona alta y le ponemos frente a una persona bajita y adiós, no está correcto, lo correcto sería decir, lo alto y lo bajo, qué y qué, no son sino dos aspectos de una misma cosa, lo que importa no es lo alto ni lo bajo, sino lo que hay de verdad tras de todo eso, lo alto y lo bajo son dos fenómenos sencillamente ilusorios de la mente, así se llega pues a la síntesis, a la solución.
Pregunta - Yo estoy atento a lo que usted está explicando, pero ¿cuál es la parte de la que no soy atento?, ¿qué no tengo atención?, eso es lo que yo no entiendo. Trato de liberarme de la mente; el hecho de que yo esté captando los pensamientos, las imágenes que vienen, las esté yo analizando para ver que dudas tienen, eso es lo que llama la atención.
Respuesta - Ahí hay atención, pero lo inatento es lo que está formado por el subconsciente, por lo incoherente, por la cantidad de recuerdos que surgen en la mente, por las memorias del pasado que asaltan una y otra vez, por los deshechos de la memoria, etc.
Pregunta - ¿Y esos hay que rechazarlos?
Respuesta - Ni aceptarlos ni rechazarlos, hacerse consciente de lo que hay de inatento y así queda lo inatento atento, en forma natural y espontanea queda atento lo inatento.
Pregunta - Maestro, ¿esto también se puede hacer en la vida corriente, cuando viene un mal pensamiento, y hacer la meditación en la plena vida diaria?
Respuesta - Claro que si, lo hace sencillamente el que está práctico, hace de la vida una corriente continua de meditación; no solamente la meditación en aquellos instantes en que se encuentra en su casa o en el santuario o en el lumisial practicando; sino que también puede abarcar la corriente del diario vivir y su vida la convierte de hecho en una constante meditación. Así es como viene la verdad realmente, se necesita madurar. ¿Hay alguna otra pregunta?
Pregunta - ¿Podemos pensar que la mente es el ego y la consciencia es el alma?
Respuesta - Pues si, la mente en sí es el ego, pero es conveniente destruir el ego, y queda la substancia mental, puede fabricarse el cuerpo mental, pero siempre tendrá la mente, lo importante es liberarse de la mente, hacerse libre de ella, siendo libre aprender a funcionar en el mundo del espíritu puro sin la mente, saber vivir esa corriente del sonido que está más allá de la mente y que no es del tiempo. En la mente lo que hay es ignorancia. La real sabiduría no está en la mente, está más allá de la mente. La mente es ignorante y por eso cae y cae en tantos errores graves.
Pregunta - Maestro, se sufre mucho con la mente, estoy en una constante batalla con ella.
Respuesta - Todos los seres humanos están amargados con la mente.
Vean ustedes cuan necios son aquellos que hacen propaganda mentalista, aquellos que prometen poderes mentales, que le enseñan a otros a dominar mentes ajenas, etc. La mente no ha hecho feliz a nadie; la verdadera felicidad está mucho más allá de la mente, uno no puede llegar a conocer la felicidad hasta tanto no se independice de la mente. ¿Hay alguna otra pregunta hermanos...?
Pregunta - ¿Cuando uno está soñando, es porque no está atento uno?
Respuesta - Los sueños son propios de la inconsciencia, cuando uno despierta consciencia deja los sueños. Los sueños no son sino proyecciones de la mente. Recuerdo un cierto día un caso mío en los mundos superiores, fue solamente un instante de descuido, vi como se me salió de la mente un sueño, ya iba a comenzar a soñar y reaccioné de entre un sueño que se me escapó por un segundo de descuido; pero claro, como me di cuenta del proceso, rápidamente me alejé de esa forma petrificada que escapó de mi propia mente por un segundo de descuido. ¿Que tal si yo hubiera estado dormido? Ahí hubiera quedado enredado en esa forma mental de lo lindo. Pero cuando uno está despierto, sabe inmediatamente que en un momento de desatención se puede escapar un sueño y queda uno enredado en ese sueño toda la noche hasta el amanecer.
Pregunta - Yo tuve precisamente un sueño de cuando yo estuve chica.
Respuesta - No, ahí ya no hubo sueño, hubo sencillamente proceso de recordación de su infancia, eso no es sueño, eso es diferente, eso es real, son productos del desecho de la memoria que se escapan de la mente, coinciden con lo que vivió en su infancia, es un proceso de recordación.
Lo que importa en nosotros pues es despertar consciencia para dejar de soñar, dejar de pensar, este pensar que es materia cósmica, es la mente, porque el mismo astral no es más que la cristalización de la materia mental, y el mundo físico es también mente condensada. Así pues la mente es materia y muy grosera, sea en estado físico, sea en el estado llamado astral, manásico como dicen los indostanes. De todas maneras es la mente grosera y material, el astral no es más que mente condensada, el físico es mente también. La mente es materia, ya física o metafísica, pero materia, por lo tanto no puede hacernos dichosos. Para conocer la autentica felicidad, la verdadera sabiduría, debemos salirnos de la mente y vivir en el mundo del Ser, eso si es muy importante.
Pregunta - Maestro, ¿está usted confirmando y afirmando el poder creador de la mente en el mundo físico? Naturalmente que ya desde luego, en esos planos inefables es un estorbo la mente, hay que liberarnos de ella para funcionar en los mundos superiores.
Respuesta - No negamos el poder creador de la mente, es claro que todo lo que existe es mente condensada, pero ¿qué ganamos con eso? ¿Acaso eso nos ha dado la felicidad? Podemos nosotros hacer maravillas con la mente, crearnos muchas cosas en la vida, los grandes inventos son mente condensada, etc.; pero este tipo de creaciones ¿nos hará felices?
Lo que necesitamos es independizarnos, salir de este calabozo de la materia, porque la mente es materia, hay que salirnos de la materia, vivir en función de espíritus, como Seres, como criaturas felices más allá de la materia. A nadie le hace feliz la materia, la materia siempre es grosera aunque asuma hermosas figuras, es dolorosa siempre. Si nosotros lo que buscamos es la felicidad, pero la autentica felicidad no la encontraremos en la materia sino en el espíritu. Necesitamos libertarnos de la mente, la verdadera felicidad viene a nosotros cuando nos salimos del calabozo de la mente, eso es lo cierto. No negamos que la mente pueda ser creadora de las cosas; crea inventos, maravillas, prodigios, pero acaso ¿eso nos da la felicidad? ¿cual de nosotros es feliz? Si alguno de ustedes es feliz pues que levante el dedo, a ver, yo quisiera conocerlo.
Nosotros estamos aquí porque buscamos el verdadero camino que ha de conducirnos a la felicidad. Si la mente no nos ha dado la felicidad, tenemos que salirnos de la mente, buscar en otra parte, obviamente la encontramos en el mundo del espíritu. Pero lo que tenemos que saber es como evadirnos de la mente, como libertarnos de la mente, y es el objeto de nuestra práctica y estudios. ¿Hay alguna pregunta?
Pregunta - El llamar la atención al inconsciente por el consciente, ¿pertenece también a la Segunda Joya del Dragón Amarillo?
Respuesta - También pues pertenece a la Segunda Joya del Dragón Amarillo, eso es obvio. En nosotros existe por ejemplo un tres por ciento de consciencia y hay un noventa y siete por ciento de subconsciencia, eso es cierto; entonces lo que tenemos de consciente debe dirigirse a lo que tenemos de inconsciente o subconsciente para recriminarle y hacerle ver que debe convertirse en consciente. Pero hay necesidad de que la parte consciente recrimine a la parte subconsciente para que el subconsciente se haga consciente. Esto de que la parte consciente se dirija a la parte subconsciente es un ejercicio muy importante que se puede practicar en la aurora, así las partes inconscientes poco a poco se van volviendo conscientes.
Pregunta - No más que eso viene siendo como David contra Goliat, el tres por ciento contra el noventisiete por ciento, ¿no?
Respuesta - Es que las partes subconscientes no se van a volver conscientes de inmediato, es todo un proceso, un proceso largo pero al fin se logra.
¿Hay alguna otra pregunta hermanos?...