lunes, 5 de octubre de 2009

. ¨Los tiempos del fin¨

Damas y caballeros:
Esta noche vamos a abordar algunos temas bastante interesantes de palpitante actualidad. Obviamente, estamos en una época de inquietudes extraordinarias, es necesario y se requiere, reflexionar profundamente sobre el momento actual en que vivimos.

Tenemos una poderosa civilización moderna; se ha hecho muchos avances en el terreno de la Física, de la Química, de la Medicina, de la Ingeniería, etc., etc., etc., hemos levantado una gran civilización, poderosas naves dirigidas hacia la luna han sondeado el espacio, han estudiado o han aterrizado en el suelo lunar, etc.; también se han enviado naves a Venus, aunque no hallan ido tripuladas.

Se proyectan excursiones a Marte y se ha dicho que por el año 85 ó algo más, Estados Unidos va a enviar un cohete atómico a Marte (tripulado); aguardaremos resultados concretos sobre el particular.

Todo esto en el fondo es fascinante; extraordinario, la televisión cumplido una gran misión; gracias a la televisión pudimos perfectamente seguir las huellas de los cohetes que descendieron en la luna; entonces mucho se supo sobre la vida lunar se investigó bastante.

Antes se pensaba que la luna era un pedazo de tierra proyectado al espacio; las pruebas con el C-14 fueron definitivas, se llegó a la conclusión lógica de que la luna es anterior a la tierra, es más antigua y esto de por sí resulta sensacional.

Entonces, todos esos sabios que sostubieron en el pasado la teoría de que la luna era un pedazo de tierra proyectado al espacio, se equivocaron lamentablemente. Repito, las pruebas con el carbono 14, el análisis riguroso de los guijarros lunares les indicaron que tales sabios, que en el pasado sostuvieran la tesis de que la luna era un pedazo de tierra, resultó específicamente equivocado.

Así pues, estamos en una época de grandes inquietudes científicas y nosotros debemos, siquiera por un rato, reflexionar profundamente sobre todas estas cosas. Ustedes están aquí porque tienen inquietudes, yo también estoy aquí por las inquietudes que tengo, ustedes han venido dispuestos a escucharme y yo estoy dispuesto a platicarles.

Entre ustedes y yo debe haber un intercambio de ideas, nos hemos reunido precisamente para estudiar en conjunto muchas cosas, para analizar diversos asuntos importantes que a ustedes y a mi nos interesan; quiero que entre todos nosotros analicemos estos temas de palpitante actualidad.

Obviamente luchamos por la conquista del espacio, y esto lo estamos haciendo sinceramente. Nuestros científicos vuelan en alas de sus proyectos hacia un futuro que el hombre ha de conquistar definitivamente a otros mundos. Empero, no debemos, en manera alguna, dejarnos fascinar por tanta fenomenología; conviene que con carácter propio investiguemos, asi nos evitaremos, posiblemente, muchos desengaños.

Se ha hablado mucho en esta época; y eso lo saben ustedes; sobre la cuestión esa de naves cósmicas provenientes de otros mundos. Hay una especie de antinomia, de antítesis muy interesante, entre cohetes disparados por tirios y troyanos a la luna o a Venus o a Marte, etc. y naves cósmicas provenientes de otros mundos; existe cierto escepticismo que a nada conduce. Hay, pues, inquietudes de una y otra parte; conceptos pues, antagónicos, opiniones encontradas; todo esto vale la pena reflexionarlo.

Cuando nosotros oímos hablar de platillos voladores ponemos atención o sonreímos un poco escépticos, pero hay algo de realidad en todo eso; a mí no me parece, en modo alguno, que nuestro planeta Tierra sea el único planeta habitado, cuando uno estudia la Panspermia de Arrhenius, descubre con asombro místico, que los gérmenes de la vida provienen de otros mundos; resulta interesante... ARRHENIUS con sus teorías.

Obviamente, en el fondo, todos vivimos de las estrellas, nuestro mismísimo planeta Tierra, es un mundo habitado, un mundo que gira alrededor del Sol, un planeta como cualquier otro del espacio infinito, la ley de las analogías filosóficas nos invita a pensar que si nuestro mundo Tierra está habitado, debe haber en el espacio infinito otros mundos también habitados.

No creería yo, jamás, que los gérmenes de la vida universal, fuesen patrimonio exclusivo del planeta Tierra; me parece que el exclusivismo en este sentido resulta regresivo, reaccionario, retardatario.

Les invito a pensar que si nosotros estamos luchando por la conquista del espacio, con nuestros cohetes que viajan a velocidades extraordinarias;es posible que en otros mundos exista también esa misma lucha; no descartaría jamás, la idea de la posibilidad de gentes extraterrestres, habitantes de otras esferas, que ya hubiesen conquistado el espacio.

Creer que somos los únicos en un cosmos tan grandioso, compuesto por tantos y tantos millones de mundos, resulta demasiado reaccionario y exclusivista; recuerden ustedes que en la época de Colón, muchos fueron los que rieron de aquel sabio, de aquel gran navegante cuando se lanzó como dicen en aquella época, a través del océano, más allá del cabo Finisterre. Entonces, en la época de Colón, se creía que la Tierra era plana, cuadrada; nadie aceptaba la posibilidad de vida, en Europa, más allá del Cabo Finisterre, que significa: «Fin de la tierra».

Parece que a veces, que nosotros pensamos con mente medieval; cuando les negamos la posibilidad de vida consciente e inteligente en otros mundos, indubitablemente pensamos con criterio anticuado, antirrevolucionario, medieval. ¡Admitamos la posibilidad de vida en otros mundos! ¡las naves cósmicas son una realidad!.

Gentes hay en otros mundos habitados, más cultas que nosotros, que ya conquistaron el espacio, y de eso puedo darles a ustedes testimonio fehaciente. Si me basara en meras elucubraciones intelectuales realmente no tendría bases como para afirmar la tesis de los mundos habitados por gentes extraterrestres; si me basara únicamente con puras concepciones intelectivas o en la lógica Formal o Dialéctica; para enfatizar la idea de la posibilidad de la existencia de los extraterrestres, no pasaría de ser un teórico más.

A mí en verdad, me consta la existencia de los extraterrestres, los conozco personalmente, en carne y hueso y por eso no tengo inconveniente alguna en dar testimonio. Si ustedes creen, está bien; si no creen, está bien; si aceptan, maravilloso; si rechazan, es cuestión de ustedes; en todo caso, daré mi testimonio.

Algún día, no importa cuál, hallándome en el Distrito Federal, hube de visitar el Desierto de los Leones, quería estar en paz aunque fuese por algunas horas, deseaba entregarme a las más serenas reflexiones.

De pronto me sentí atraído hacia cierto lugar del bosque, vi allí un espacio dentro de una arboleda, no sé por qué me dió por dirigirme personalmente al lugar indicado, lo cierto fué que hallé una enorme nave cósmica sobre un trípode de acero.

Obviamente, les confieso a ustedes, en nombre de la verdad, que me sentí completamente confundido, conmovido; tal hallazgo me dejó absolutamente sorprendido, mas allí no paró la cuestión. Una compuerta metálica se abrió y vi a un jefe o capitán descender de aquella nave, tras de él, venía la tripulación. Naturalmente me dirigí al jefe, al capitán; le saludé y él me contestó en perfecto español el saludo.

-'Buenos días' le dije.

Respondió el capitán:

-"Buenos días"

Entre la tripulación vi a dos damas de edad avanzada. ¿Qué edad tendrían? No lo sé. Incuestionablemente ellas tendrían edades correspondientes a otros tiempos, no a nuestro tiempo terrenal. Hablé al capitán diciendo:

-'Señor, me gustaría conocer el planeta Marte, mi propio germen espiritual, divinal, está relacionado con aquel mundo del espacio infinito' (Mi monada, dijéra, hablando al estilo de Leibniz que tanto se preocupó sobre las monadas)

El capitán guardó silencio. Sin embargo, después de unos minutos tomó la palabra y dijo:

-"¿A Marte, dice usted?"

-'Sí, me gustaría conocer el planeta Marte y que ustedes me llevaran, estoy dispuesto a irme con ustedes ya, inmediatamente, nada me puede atraer al planeta Tierra'

-"¿Marte?, ese planeta queda ahí no más, eso está muy cerca" me dijo.

Pero al hablar así, en esa forma, comprendí que mi petición o que mi pretensión había sido demasiado pobre, yo creía haber pedido algo muy grande, pero para aquél, mi petición había sido en verdad muy pobre.

Por ciertas indicaciones intuitivas, me daban a entender que aquella nave, que me había parecido tan espléndida, provenía de una nave matriz que había quedado en órbita alrededor de la Tierra.

El sistema solar nuestro, conocido con el nombre de sistema solar de Ors, no era, en modo alguno, para el capitán aquel, mas que uno de los tantos sistemas solares del inalterable infinito. Indudablemente me hallaba frente a frente de viajeros intergalácticos, de gentes que viajan de galaxia en galaxia, de individuos sabios y conscientes.

-'Soy un escritor' les dije 'quisiera ser llevado a otros mundos habitados, con el propósito de escribir y dar testimonio fehaciente a la humanidad sobre la existencia de otros mundos habitados. Soy un hombre' le dije 'no un simple animal intelectual; la petición que hago a usted' le dije 'no es por mí, sino por la humanidad en general. Me gustaría, en alguna forma, cooperar con la cultura general del mundo en que vivo'

Arguí muchos conceptos, pero el capitán guardaba silencio. Hasta me agarré del trípode aquel de acero con el propósito de no desprenderme de ahí mas hasta que se resolviera meterme en su nave y me llevara, mas todo fue inútil; guardaba silencio.

Examiné a aquel hombre y a toda la tripulación; personajes de un color cobrizo, amplia frente, delgados de cuerpo, estatura de un metro y 20 ó 30 ó 40 centímetros o más. El capitán tenía en su mano como una especie de... Algo metalico que francamente no entendí.

La tripulación al fin, se sentó en unos troncos de madera que hay en el bosque. Las damas eran dos, ancianas venerables, y yo no pude hacer menos que observar tan extrañas criaturas. Inteligentes, sabias, respetuosas.

No ví en ellos la perversidad terrestre, pude anotar cuidadosamente, el sentido de responsabilidad moral que tenían. Hablaban poco porque tienen un concepto muy elevado sobre la palabra, ellos no echan a volar la palabra como nosotros, hablan poco y dicen mucho, para ellos la palabra es oro, oro en polvo, sólo la usan en casos muy indispensables.

No les vi cara de asesinos como nosotros los terrícolas, tampoco les vi los planes maquiavélicos con que tanto se adornan ciertas películas; en estas extrañas criaturas solamente brillaba la sabiduría, el amor y el poder. Hombres, pero hombres de verdad, en el sentido más completo de la palabra.

Ninguno de ellos quiso raptarme, al contrario, luché demasiado, rogándoles que me llevaran; estoy seguro que si se me hubiese concedido tal petición en modo alguno habrían hecho de mí un «conejo» de laboratorio.

Otra cosa somos nosotros los terrícolas; si lográramos atrapar a un extraterrestre, seguro que va pal' laboratorio y en cuanto a la nave, la confiscaremos y con ella como patrón, podremos construir muchas para bombardear ciudades indefensas, para conquistar otros mundos a la fuerza y hacer diablura y media, porque nosotros, los terrícolas, empezando por mí, somos en verdad, terriblemente perversos. Esa es la cruda realidad de los hechos.

En modo alguno, he venido aquí a lavarme las manos delante de ustedes y a decirles que soy «una mansa oveja». No, todos nosotros estamos «cortados con la misma tijera», y los defectos que yo tengo, los tienen ustedes y viceversa. Así pues, el testimonio que les doy sobre aquellas gentes, es sincero, en verdad sincero. No trato en modo alguno de deformar el testimonio, de deformar la verdad.

Sentados al fin aquellos tripulantes, sobre los troncos de madera que había en tal lugar, una de las damas se puso de pie y en nombre de toda la tripulación habló; dijo:

-"Si colocamos nosotros una planta que no es aromática junto a otra que si lo es, la que no es aromática se impregnará con el aroma de la que sí es aromática"

Luego prosiguió:

-"Lo mismo sucede en los mundos habitados, mundo que en el pasado andaban mal, humanidades perversas, poco a poco se fueron transformando con el aroma, con la vibración de los mundos vecinos; mas nosotros, como usted ve, acabamos de llegar aquí, a este planeta tierra y no vemos que sucede lo mismo. ¿Qué es lo que pasa en este planeta?"

Bueno, la pregunta que me hicieron fue tremenda y yo debía dar una respuesta, pues de alta calidad. Sin reflexionarlo mucho, pero eso sí, cuidando muy bien la palabra, dije:

-'Este planeta Tierra es una equivocación de los Dioses'

Mas luego completé, redondié el concepto lo mejor que pude para decir:

-'Este es el karma de los mundos'

Karma es una palabra que representa o que significa causa y efecto; tal causa, tal efecto. Obviamente la tierra tiene causas que la trajeron a la existencia, y posiblemente esas causas pues, están más o menos equivocadas, los efectos tienen que ser equivocados.

Al decir así; (Este es el karma de los mundos) con gran asombro vi que la anciana que me hablara, asintió inclinando su cabeza con una venia respetuosa; no dijo nada, pero, sencillamente asintió. La otra dama, lo mismo, hizo una venia respetuosa y todos los de la tripulación, en genuflexión moderada asintieron.

Bueno, les diré de algo: pensé que me iban a jalar las orejas, pues dar una respuesta a gentes que viajan de galaxia en galaxia, un pobre diablo como yo, era terrible, pero resultó, resultó; funcionó mi respuesta y de eso me alegro.

Claro, resolví sacar el mejor partido de aquel asentimiento y me dije: «Bueno, es mi momento», volví a reiterar mi petición de ser llevado a otro planeta del espacio infinito, para dar testimonio a las gentes sobre la realidad de los mundos habitados.

-'Soy escritor' les dije 'no es por mí, es por la humanidad; llévenme...'

De nada valieron los ruegos, el silencio era terrible. Al fin el capitán pronunció una frase, nada más que una porque habla poco, y dice mucho, y nunca empeñan la palabra si no la han de cumplir; no es como nosotros, que decimos a un amigo: «mañana nos encontramos a las 9 de la mañana, en el café tal para que platiquemos sobre tal negocio». Y el amigo, no llega, y si llega, se precenta por ahí a las 10, a las 11, ó a las 12. No, ellos dicen....

....ni un minuto antes, ni un minuto despues, están presentes. Esas gentes habla poco y dice mucho. Parecería como si estos personajes fuesen verdaderamente Dioses con cuerpos de hombres. (Me daba esa impresión platicar con ellos). Logré una respuesta, no se las niego, breve, pero que me dejó satisfecho:

-"En el camino" dijo el capitán "iremos viendo"

No fué más lo que me dijo, pero para mí fue definitivo.

Si un terrícola me lo hubiera dicho, sencillamente habría quedado triste, habría considerado esa palabra como una escapatoria, como una evasiva. Cuando uno solicita, por ejemplo, un empleo, y le dicen: lo tendremos en cuenta para cuando haya una vacante, (es como para salir corriendo a quinientos Kilometros por Hora). Podemos estar seguros de que hemos fracasado en la solicitud.

Pero estaba hablando con extraterrestres. «En el camino iremos viendo»... ¿A cuál camino se refería aquel capitán? Al camino esotérico, iniciático; a una senda que yo estoy siguiendo y que muchos están siguiendo, «La senda que conduce al superhombre»; a la senda angosta, estrecha y difícil de la cual habla el Cristo a ese camino misterioso que recorriera un Dante, un Hermes Trismegisto o un Jesús de Nazaret. Yo sigo ese camino, por lo tanto, las palabras de aquel capitán me llenaron de ánimo.

Luego, me dio la mano (su diestra), subió a la nave por una escalerilla, le siguieron los de la tripulación; comprendí que debía retirarme y así lo hice. No quería en modo alguno, que mi cuerpo fisico se desintegrase instantáneamente con la fuerza de aquella nave.

Y me retiré, sí, a cierta distancia, pude observar a través de los árboles, el momento en que aquella nave despegara, giró vertiginosamente, subió lentamente hasta cierto punto y luego se precipito en el espacio infinito, sin hacer ruido alguno.

Les aseguro a ustedes, que estoy dando un testimonio sobre gentes que ya conquistaron el espacio, sobre los extraterrestres, he venido aquí a decirles a ustedes la verdad, y nada más que la verdad. No he venido a darles testimonios falsos porque con eso no ganaría yo nada, ni tampoco ustedes ganarían nada; me engañaría a mí mismo y cometería el crimen absurdo de engañar a mis semejantes. No, les estoy dando un testimonio de la verdad. De lo que me consta sobre los extraterrestres.

Si ustedes creen, maravilloso; si no creen, no me importa; si se ríen, allá ustedes; en todo caso, 'el que ríe de lo que desconoce, (dice Víctor Hugo en una de sus obras) está en el camino de ser idiota'. Yo doy mi testimonio, ustedes sabrán.

Hay otras gentes que ya conquistaron el espacio, pero no son terrícolas. Son gentes que vienen de otros mundos densamente poblados. Lo que sí hé podido comprender, es que éstos que conquistaron el espacio infinito, son gentes que no tienen vicios, no beben, no fuman, no fornican, no adulteran, no roban, no matan; son perfectos en el sentido más completo de la palabra.

Me digo a mí mismo, y les digo a ustedes, y pienso en voz alta: nosotros los terrícolas, ¿Tendremos acaso tales méritos, seremos dignos de conquistar el espacio infinito? Y si lo lográramos ¿cuál sería nuestra conducta en otros mundos habitados? ¿Estaremos seguros de que no iríamos a convertir a las gentes de otros planetas en esclavos nuestros? ¿Estamos seguros de que no iríamos a beber allá, a fumar, a adulterar, etc.? ¿Somos tan perfectos que merecemos conquistar ya el espacio infinito?

Ahora bien, esas naves cósmicas entiendo que son multidimensionales, me parece que las tres dimensiones de largo, ancho y alto, no son todo. La geometría tridimensional de Euclides ha sido muy discutida. Esta mesa, por ejemplo, tiene largura, anchura y altura, tiene tres dimensiones.

Mas tiene que haber una cuarta vertical en esta mesa, ¿cuál será? Yo digo que el tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que fue fabricada?. He ahí la cuarta vertical.

Existe indubitablemente también la quinta coordenada, entiendo que es la eternidad. Más allá de la quinta dimención tiene que existir una sexta, una sexta que no es ni el tiempo ni tampoco el mundo tridimensional. La quinta coordenada será la eternidad, la cuarta el tiempo.

Y la sexta, ¿cuál será? ¿Y cuál la séptima? La sexta está mas allá de la eternidad y del tiempo. Y en cuanto a la septima es la dimensión cero desconocida. (Espíritu puro, dijéramos).

Indubitablemente tiene que haber siete dimensiones básicas, fundamentales. Mientras existan, mientras tengamos nosotros el dogma tridimensional de Euclides, permaneceremos en estado regresivo, retardatario. Hoy por hoy, la física moderna está retardada, es regresiva, es retardataria, anticuada, porque se basa exclusivamente en las tres dimensiones, básicas, fundamentales del dogma tridimensional de Euclides.

Las Naves extraterrestres están basadas en una geometría diferente. Yo digo que hay que crear una geometría tetradimensional. Y esto sería posible si investigáramos más a fondo al átomo. Obviamente es en el átomo donde está trazada la cuarta vertical. El día que podamos trazar la cuarta vertical en el papel, podremos también entonces crear una geometría tetradimensional.

Con una geometría así podríamos fabricar naves de cuatro dimensiones, naves capaces de viajar en el tiempo, ya hacia el remoto pasado, ya hacia el remoto futuro; con naves así podríamos conquistar el espacio infinito, mas nosotros todavía no podemos crear ese tipo de naves.

Para viajar a Marte, nos hecharemos dos años en un cohete atómico; según pude entender de las afirmaciones de aquellos extraterrestres que conocí en el desierto de los leones, en menos, en cuestiones de minutos, ellos están en Marte. (Para ellos Marte es, allí nomás, como quien dice, la tienda de la esquina).

Y es que ellos meten sus naves dentro de la cuarta vertical; tales naves están propulsadas con energía solar y esto es maravilloso. Nosotros necesitamos enviar cohetes equipados con combustible líquido, nuestros astronautas tienen que hacer cincuenta mil maromas, para poder bajar en la luna; ellos no necesitan de tales maromas, para ellos la luna está «allí nomás».

Así, pues, no veo por qué hemos de sentirnos orgullosos con nuestra tan cacareada civilización moderna. Yo les invito a ustedes sencillamente a dejar por un momento el engreimiento, el orgullo, les invito a comprender, que nosotros los terrícolas somos apenas embriones; que nuestra tan cacareada civilización moderna, no vale realmente la pena.

Yo les invito a ustedes a investigar a fondo toda esta cuestión de la conquista del espacio interplanetario; hay necesidad de analizar, hay necesidad de estudiar, hay necesidad de comprender, si queremos la conquista del espacio infinito, debemos empezar por estudiarnos a sí mismos, porque las leyes del Cosmos están dentro de nosotros mismos aquí y ahora, si no descubrimos las leyes del Cosmos dentro de sí mismos, no las descubriremos jamás fuera de nosotros mismos. El hombre está contenido en la naturaleza y la naturaleza está contenida en el hombre. Asi es que, si queremos conquistar el espacio infinito, debemos empezar por conquistarnos a sí mismos.

Hoy por hoy, nosotros somos víctimas de las circunstancias. No hemos aprendido a manejar las diversas circunstancias de la vida; aún no sabemos determinar circunstancias. Somos juguetes de todas las fuerzas del universo.

Vivimos en un mundo convulsionado, en un mundo que va a pasar grandes catástrofes, ya vienen los terremotos, han venido caminando en nuestra América desde sur a norte. Un día fué Chile conmovido por grandes terremotos y maremotos, más tarde Caracas, siguió Colombia, se estremeció Managua, siguió Honduras y se acaba de estremecer Guatemala. No es pues, extraño que dentro de poco, todas nuestras ciudades de México se estremescan con los terremotos.

San Francisco, California, está llamado a desaparecer. Hay una falla al pie de la península de California que ya está estudiada, una grieta profunda que comienza a desvoronarse poco a poco la California, obviamente, California se hundirá entre el fondo del Pacífico.

Vivimos, pues, en un mundo que está amenazado, por grandes convulsiones, que merece que nosotros reflexionemos un poco sobre el estado psicológico en que nos encontramos, sobre nuestra civilización, etc.

El fondo de los océanos Atlántico y Pacífico está lleno de profundas grietas; en el Pacífico, sobre todo, hay algunas grietas que son tan profundas, que ya ponen en contacto el fuego con el agua; el agua del océano penetra dentro del interior de la tierra, en aquellas zonas donde está el fuego líquido y se están formando presiones y vapores que aumentan de instante en instante.

Estas presiones y vapores están originando los terremotos en grande escala y se van a convencer ustedes, distinguidos caballeros y damas que antes de poco, no habrá un solo lugar en el planeta tierra donde uno pueda estar seguro. Los terremotos y maremotos, tienen que intensificarse debido a las presiones y vapores subterráneos.

Los hielos del Polo Norte se están derritiendo y ya se encuentran enormes icebergs cerca del Ecuador. En el Polo Sur se están produciendo aguas calientes salidas de algunos cráteres, esas corrientes de agua caliente penetran hasta ciertos lugares cerca de Guinea.

Hay cambios dentro del mundo tierra, si las presiones y vapores continúan un día explotará la corteza terrestre. No hay duda de que hoy por hoy, cualquier acontecimiento cósmico, la llegada de algún mundo gigantesco, es suficiente como para que se produzca tal explosión.

Nosotros estamos sentados sobre un barril de pólvora y no nos damos cuenta. La Tierra toda, se está preparando para cambios geológicos formidables. La naturaleza está actualmente pasando por procesos difíciles, está en una gran agonía, el fuego de el interior de la Tierra se halla en desasosiego.

Pero nosotros, sobre la epidermis de este mundo, nos creemos muy seguros, levantamos poderosos edificios como si nunca se fueran al suelo, creamos poderosas naves, como si éstas nos permitieran a nosotros huir a otros planetas en un instante dado; nos sentimos amos del universo y cualquier dolor de estómago es suficiente como para irnos a cama, somos débiles, pero nos creemos invencibles.

Me parece que debemos reflexionar sobre lo que somos, sobre lo que está sucediendo, sobre lo que vá a suceder. En este siglo han habido dos guerras espantosas: la de 1914 a 1918 y la de 1939 a 1945, habrá una tercera y será atómica; entonces existirá un gran holocausto nuclear, poderosas ciudades quedarán reducidas a cenizas; millones de personas perecerán.

Lo más grave de todo esto, es que el abuso de la física atómica nos llevará al desastre. Un día llegará en que vendrá la descomposición del átomo en cadena y entonces los científicos no podrán controlar la energía atómica. No hay duda de que la contaminación radiactiva será espantosa; las nubes cargadas de radiactividad, por ejemplo, al descargarse sobre los cultivos también los contaminarán. Así pues, en la tercera guerra mundial ya no habrá qué comer, porque la radiactividad habrá impregnado completamente las cosechas y los alimentos contaminados no servirán para nuestra alimentación.

Al paso que vamos, no debemos sentirnos muy seguros de una civilización que tambalea y tampoco debemos estar muy seguros de nuestras teorías, de nuestros conceptos, de nuestras ideas. Merece la pena que revisemos todo lo que hemos aprendido en la escuela, en el colegio, en la universidad, en los libros escritos por distintos escritores. No trato de atacar ninguna teoría, no; únicamente estoy invitándoles a ustedes a la reflexión y nada más, ese es el objeto de esta plática.

Hay una ley que se conoce como: Ley de la Entropía Universal. Si nosotros colocamos dos marmitas llenas de agua, una conteniendo agua caliente y otra conteniendo agua fría, si las colocamos juntas, veremos un desorden involutivo (he allí lo que es la entropía universal).

Si las gentes no trabajan sobre sí mismas, si no procuran pasar por una especie de revolución psicológica, si no modifican sus costumbres, su manera de vivir y de ser, marcharán de acuerdo con la ley de entropía, involucionarán en el tiempo y un día no habrá diferencia entre persona y persona, todos seremos terriblemente perversos.

En cuanto al planeta Tierra, no podemos negar, que está metido dentro de la ley de la entropía. La atmósfera se halla completamente contaminada, los mares se han convertidos en enormes basureros, muchas especies marítimas están desapareciendo, en los ríos han muerto los peces. Es difícil ya, encontrar un río que no esté contaminado; los frutos de la tierra han sido adulterados con tantos y tantos injertos, es difícil ya comerse una manzana legítima, ahora tiene uno que comer peroles. Todo esto ha alterado el orden del universo, el orden de la naturaleza hay tierras que ya no producen.

Actualmente el mundo tiene 4,500,000,000 de personas; no alcanzan los alimentos para sostener a tanta gente; los próximos años serán millones las personas que morirán de hambre. Y actualmente es mucha la gente que está pereciendo. Así pues, la tierra toda está marchando de acuerdo con la ley de entropía universal. Las tierras que antes eran cultivables, que daban frutos en abundancia para sostener a todo el mundo, ahora son estériles; los experimentos hechos con la energía atómica y esos abonos químicos, han echado a perder las tierras, todo marcha en forma involutiva.

La Tierra misma, en este momento, está agonizando y lo más grave es que está agonizando y nosotros, no nos damos cuenta de que está agonizando. Obviamente, si una persona está agonizando, ya sabemos lo que le aguarda; similarmente, si nuestro planeta está agonizando, debemos entender lo que le aguarda. Un día quedaría igualada la Tierra en todas partes, convertida en un Sahara, o en otros términos, convertida en una luna más del espacio infinito.

Mas, la sabiduría del Demiurgo creador del universo es grande. No está de más, decirles a ustedes, en forma enfática, que sólo mediante el sacrificio es posible la transformación. Si por ejemplo, no sacrificaramos el combustible de la locomotora, no habría fuerza motriz, para mover el tren; similarmente, diremos, que mediante el gran sacrificio es posible también, la transformación del mundo.

Sabemos demasiado que los ejes de la Tierra se están verticalizando, no está lejano el día en que los polos se conviertirán en Ecuador; no está lejano el día en que el Ecuador se convertirá en polo. Cuando esto sea, los mares cambiarán de lecho y se tragarán al planeta entero, no hay duda de que vendrá el gran caos.

Que actualmente, ya los hielos del Polo Norte, repito, se están derritiendo; esto origina enormes ciclones que arrasa con ciudades enteras y que causan estragos, como los que causaron hace poco, el ciclón ese terrible que acabó con Honduras.

Y que, los icebergs se encuentran ahora por montones cerca de la zona ecuatorial; ya no coincide el polo magnético con el polo geologico. Si un avión saliera directo, en estos instantes, hacia el Polo Norte, guiado por la brújula y si luego descendiera exactamente sobre el polo magnético, hallarían los pilotos, con asombro, que allí no está el polo geológico. El polo geológico está desviado, se dirige hacia el Ecuador.

De manera que el polo magnético y el geológico ya no coinciden, esto hace que cambien los climas, que se noten ciertos desórdenes en las estaciones, sobre todo en la primavera y el verano; esto hace que los mares un día se desplacen y que ésta poderosa civilizacion que hemos creado nosotros, se destruya. Lo más grave es que con ésto moriremos nosotros también, y pereceremos.

Los antepasados de Anahuac dijeron:

-«Los hijos del quinto sol (refiriéndose a nosotros) perecerán con el fuego y los terremotos».

Esto está debidamente testimoniado ahora, con la catástrofe de Guatemala, que entre paréntesis fue muy grave, ya que no solamente tembló, sino que sigue temblando en ese país y los muertos están aumentando. Así pues que, la humanidad perecerá por el fuego y los terremotos y por último será definitivamente barrida de la faz de la Tierra, con el cambio de lecho de los océanos. Mas así, mediante ese tremendo y espantoso sacrificio, surgirá un día, de entre el caos, continentes nuevos donde vivirá una nueva humanidad. Ya Virgilio, el poeta de Mantúa dijo:

-«Llegó la edad de oro y una nueva progenie manda».

Si nosotros somos tan perversos que provocamos guerras atómicas. Habrá un día en que vivirá sobre la faz de la Tierra una humanidad pacífica, una humanidad llena de amor, una humanidad inocente y pura, una humanidad bella y sabia.

Así pues que, el planeta Tierra ha salido desde la conciencia de eso que se llama dios, de lo inefable, [hacia donde debemos regresar ahora]; pero hasta ahora hemos marchado por el camino de la perversidad y tendremos que perecer; pero habrán cielos y tierras nuevas, como dijo Pedro en su epístola a los Romanos y en ellas vivirá una humanidad nueva.

Haciendo reconsideraciones sobre todos estos principios, bien vale la pena, que luchemos nosotros por una transformación radical; bien vale la pena que establescamos dentro de nosotros un nuevo orden. No nos conocemos a sí mismos y necesitamos conocernos, dentro de nosotros hay maravillas que desconocemos.

Alguien me decía, el otro día:

-"Yo sí me conozco a sí mismo, señor"

-'Me alegra' le respondí 'que usted se conozca a sí mismo, pero, contésteme usted la siguiente pregunta: ¿cuántos átomos tiene un solo pelo de su bigote?'

Al hacerle esta pregunta, guardó silencio y por último exclamó:

-"¡Eso sí no lo sé!"

Le dije:

-'Si usted no conoce siquiera cuántos átomos hay en un pelo de su bigote, ¿cómo es que se atreve usted a decir, con gran énfasis, que se conoce a sí mismo, en forma íntegra, unitotal?'

El hombre quedó confundido. Dentro de nosotros hay algo más que cuerpo físico; existe una psicología revolucionaria que hay que estudiar. El cuerpo físico no es todo. Ustedes se sienten atraídos al físico, mas ustedes admiten que tienen un cuerpo de carne y hueso porque lo pueden tocar, porque lo pueden palpar, pero difícilmente aceptan que tienen una psicología, porque esto sí, no lo pueden palpar físicamente.

Cuando alguien admite que tiene su propia idiosincrasia psicológica particular, individual, de hecho comienza a auto-observarse. Obviamente, cuando alguien se auto-observa, comienza a ser diferente a los demás; dá las posibilidades de cambiar.

Obviamente, de esta humanidad habrá de ser salvada un núcleo de gentes, gentes que cambien, gentes que logren, con anticipación, un cambio psicológico. Tales gentes serán asistidas y llevadas a cierto lugar del Pacífico y de ahí podrán contemplar el duelo del agua y del fuego durante siglos; y al fin, cuando surjan tierras nuevas del fondo de los mares, esas gentes que hayan cambiado, podrán vivir en paz, convertirse en el núcleo de una futura humanidad.

Pero necesitamos cambiar; y no podríamos cambiar si no nos auto-observamos psicológicamente, por eso dije; que cuando alguien comienza a auto-observarse psicológicamente dá esperanzas de cambiar, se vuelve una persona diferente. Necesitamos auto-observarnos en el pensar, en el sentir y en el obrar; me parece que no es delito la auto-observación psicológica, me parece que no es delito intentar un cambio psicológico.

Dentro de nosotros mismos, dentro de nuestra persona, existen los factores de la discordia, que producen guerras en el mundo. Mucho se habla sobre la paz en estos tiempos. Mussolini decía:

-«la paz, es un ramo de olivo que pende del filo de once millones de bayonetas»

Vean ustedes esa clase de palabras, de conceptos. ¿Bien te quedó el duce Mussolini?. Allá lo colgaron de una gasolinera y le aplicaron la famosa pena, esa de la «venddeta italiana»; le dieron de puños y de patadas, por último, cayó el cadáver al suelo. Alguien, por ahí, un ciudadano bastante sádico, mirando el cadáver del «Duce» entre el lodo, exclamó: «El duce se ha vuelto un cerdo»....

...La paz, no es cuestión de propaganda, ni de apaciguamientos, ni de ONU, ni de ejércitos pro paz, etc. Recuerden ustedes que la ONU ha enviado también ejércitos que han ido a pelear por la paz. ¿Creen ustedes que pelear por la paz, es paz? Ustedes mismos son testigos de que la ONU dispone de ejércitos y que éstos han atacado a otras fuerzas, que han bombardeado, que han empuñado el fusil ¿Creen ustedes que así se trabaja por la paz? En el mundo habrán guerras, mientras dentro de nosotros existan los factores que producen guerra.

El temor, es uno de los principales motivos del armamento mundial. Si un hombre le teme a otro hombre, se arma, carga pistola al cinto, ¿por qué?, porque le teme; si no le temiera, no se armaría. Si una nación se arma hasta los dientes, si adquiere bombas atómicas, cañones ultramodernos, etc., es porque teme que la invadan, teme que otra nación le ataque.

El miedo hace cometer muchas injusticias; un hombre mata a otro por miedo; el miedo a la vida hace que muchos se metan a ladrones; el miedo a perecer de hambre hace que muchas mujeres se prostituyan; de manera que mientras existan los factores del miedo, del temor, dentro de nosotros, tienen que haber guerras, prostituciónes, robo, asesinatos, etc., etc.

¿Queremos luchar por la paz? Debemos acabar con los factores que producen guerras, el temor es uno de ellos.

¿Queremos nosotros paz? ¡Acabemos con el egoísmo!.

Cada uno de nosotros dice: Primero yo, segundo yo y tercero yo; si se proyecta ese egoísmo mundialmente, si las naciones dicen: primero yo, segundo yo y tercero yo, habrán encuentros de intereses entre país y país y se desatará la guerra.

Así pues, la paz no es cuestión de apaciguamientos, ni de propaganda, ni de ejércitos de paz, ni de ONU, ni de UNESCO, ni de OEA. Mientras dentro de nosotros existan los factores que producen guerras en el mundo, habrá guerras. La paz, es una substancia atómica, inefable que está más allá del bien y del mal, y que viene del espacio abstracto absoluto.

Es necesario que nosotros nos auto exploremos en momentos de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios, es necesario que nosotros nos auto-observemos psicológicamente en instantes en que la tierra está convulsionada por tantos y tantos terremotos, es necesario que reflexionemos sobre nuestra posición actual, sobre lo que somos, sobre lo que proyectamos, sobre nuestro pensar, sobre nuestro sentir, sobre nuestro obrar. Hay una psicología que tiene cada uno de nosotros y esto no es cuestión de creer o de no creer, sino de observar.

Existe en nosotros la ira, que nos conduce a la locura; la codicia, y no solamente codiciamos, sino que algunos que se las «hechan de santos», codician no ser codicioso; existe en nosotros la lujuria, que nos convierte en verdaderas bestias; la envidia, que se ha convertido en el resorte de la acción social, porque si vemos que tiene un lindo carro ultramoderno y flamante, le envidiamos y deseamos tener otro como ese, o aún mejor; y si vemos que un amigo de nosotros compra una linda casa y tiene allí viviendo una bella esposa, nosotros le envidiamos y deseamos tener una casa mejor que la de ése; y si nosotros queremos echarnoslas de virtuosos; afirmamos: «No, yo no codicio, me contento con lo que tengo, pan, abrigo y refugio y eso es todo»; aunque por dentro arda en el deseo de conquistar fama, honores, prestigio, dinero, etc., etc., etc.

Orgullo; nos está corroyendo el corazón, cada uno de nosotros tiene su orgullo particular, individual; nos queremos demasiado a sí mismos y eso es gravísimo. Perezosos, los hay muchos; glotones, por montones; pero nosotros no somos perezosos ni glotones, somos muy santitos.

La cruda realidad de los hechos es que dentro de sí mismos tenemos valores negativos que nos conducen al fracaso; y ésto en instante de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios; en momentos, precisos en que se acerca la tercera guerra mundial.

Yo digo que cada uno de los defectos psicológicos que tenemos en nuestro interior, es como un demonio o como una entidad tenebrosa. Cuando uno lee los cuatro evangelios, encuentra un versículos donde se afirma, en forma enfática, que el gran Kabir, Jesús de Nazaret, el Cristo, arrojó del cuerpo de la Magdalena, siete demonios; he ahí, los siete pecados capitales, si se multiplicasen por otros siete y otros tantos miles de siete más, entonces, lo que el gran Kabir arrojó del cuerpo de la Magdalena, fue legión.

Virgilio, el poeta de Mantúa, dijo:

-«Aunque tuviésemos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente».

Así pues, el evangelio crístico, tiene razón cuando afirma que: «Cada uno de nosotros es legión».

Si afirmásemos en forma clara y precisa que el Yo, no es algo individual, sino que constituye una pluralidad, no estaríamos exagerando la cuestión. Dentro de cada persona existe un yo pluralizado; el Yo envidio, el Yo amo, el Yo odio, el Yo tengo rencor, el Yo tengo lujuria, el Yo tengo egoísmo, etc., etc., etc.; toda esta multiplicidad de yos existe dentro de nosotros mismos. Aquí y ahora.

Estamos hablando en el terreno psicológico revolucionario, estamos afirmando que dentro de nosotros existen múltiples entidades psicológicas y esto está debidamente patentizado; está devidamente documentado por las contradicciones que tenemos en nuestra propia mente. Tan pronto estamos afirmando, como negando; nuestra mente es mente veleta, estamos llenos de maromas psicológicas, nunca sostenemos lo mismo.

Así pues; ¿De dónde nos vienen tantas contradicciones psicológicas? El cerebro, no es más que el instrumento de la mente, no es la mente; está hecho para elaborar el pensamiento, pero no es el pensamiento. Así pues, pensemos más a fondo: ¿De dónde vienen tantas contradicciones psicológicas?. Obviamente de la pluralidad del Yo.

Si dijéramos que cada uno de nuestros yos posee los tres cerebros: intelectual, emocional y motor; no exageraríamos. En otros términos diríamos, que dentro de cada persona viven muchas personas psicologicas; también diríamos que así como existe el espacio éste tridimensional de Euclides, existen espacios psicológico; no hay duda de que toda esa multiplicidad de personas psicológicas que en nosotros mora, es una realidad dentro del espacio psicológico.

Sin embargo, los sentidos físicos ordinarios no son capaces de percibir el espacio psicológico. Mas hay otros sentidos. El sentido de la auto-observación psicológica sí puede percibir tal espacio, desgraciadamente, el sentido de la auto-observación psicológica está atrofiado. Más, conforme nosotros nos auto-observemos de instante en instante, de momento en momento, podremos desarrollar tal sentido, cuando eso sea, la multiplicidad del yo será una realidad para nosotros, la veremos y también percibiremos, inteligentemente, el espacio psicológico.

Cada uno de nosotros es legión, tenemos la conciencia demasiado dormida. El humanoide intelectual, no es capaz de ver, palpar y tocar las grandes realidades del espacio psicológico. Necesitamos despertar conciencia, porque la conciencia de nosotros está embotellada, embutida entre todos esos yoes, que en su conjunto, constituyen el «mi mismo», el «yo mismo», el «sí mismo». Necesitamos desintegrar esos yoes que personifican a nuestros errores y eso es posible, mediante la autoobservación psicológica.

Es en el terreno de la vida práctica, en la fábrica o en la oficina, en la casa, en la calle o en el mercado, o donde sea, donde podemos autodescubrirnos. En relación con las gentes, los defectos que llevamos escondidos afloran totalmente y si estamos alertas y vigilantes, como el vigía en época de guerra, entonces los vemos.

Defecto descubierto debe ser enjuiciado severamente a través del análisis superlativo del ser. Defecto descubierto debe ser estudiado y posteriormente desintegrado. No hay duda de que la mente no puede alterar radicalmente ningún defecto; la mente puede justificar tal o cual error, cambiarlo, pasarlo de un departamento a otro del entendimiento, justificarlo o condenarlo, pero jamás desintegrarlo.

Necesitamos de un poder que sea superior a la mente, capaz de aniquilar cualquier defecto. Afortunadamente, tal poder se halla latente en el fondo de la anatomía humana. Quiero referirme, en forma enfática, a la signatura astral del sexo; quiero referirme en forma clara, a Dios-madre, al principio amor, al eterno femenino divinal; quiero referirme en forma clara a la divina madre Kundalini-Shakti, Estella Maris, o la virgen del mar, Tonantzin, Rea, María, Cibeles, Adonia, Insoberta, Diana, etc.

Dios-madre subyace en las profundidades de nuestro propio ser; es un poder flamígero que solamente el psicologo avanzado puede percibir con el sentido de la auto-observación psicológica. Si se apela a ese poder ígneo o divinal, que es una variante de nuestro mismisimo ser, podríamos desintegrar perfectamente cualquier defecto psicológico que previamente hayamos comprendido en todos los niveles de la mente.

Bastaría clamar, como clama un niño a su madre, cuando tiene hambre o tiene sed; bastaría suplicar a Devi Kundalini Shakti desintegrara cualquier yo-defecto previamente comprendido; así éste quedaría reducido a polvareda cósmica, a ceniza y la conciencia enfrascada, metida entre tal yo-defecto, sería liberada; por ese camino podríamos desintegrar todos los yos-defectos y liberar la totalidad de la conciencia superlativa de el ser.

Una conciencia liberada, emancipada, es capaz de ver, tocar y palpar las grandes realidades del espacio psicológico; una conciencia liberada está más allá de la mente y puede, perfectamente, descubrir la realidad de todos los fenómenos que suceden en el universo.

Quiero que ustedes sepan que hay tres clases de mentes; la primera podríamos denominarla; la Mente sensual, ésta elabora sus conceptos de contenido con las percepciones sensoriales externas, nada sabe sobre el espacio psicológico, nada sabe sobre lo real, sobre Dios, etc. Ya Don Emmanuel Kant, el filósofo de Köenisberg, escribió una obra titulada La crítica de la razón pura; el pensamiento Kantiano, con todos sus silogismos, prosilogismos, esilogismos, etc., etc., etc., es formidable; Don Emmanuel, con La crítica de la razón pura demostró al mundo que la mente sensual, nada puede saber sobre lo real, sobre la verdad, sobre Dios, etc. Elabora exclusivamente sus conceptos de contenido con las percepciones sensoriales externas y por lo tanto, sobre la verdad, no puede saber nada.

Hay una segunda mente: quiero referirme a la mente intermedia, allí están depositados todos los dogmas, las creencias religiosas, etc. Cada cual es muy libre de creer lo que quiera; nosotros los gnósticos en modo alguno nos pronunciaríamos contra las creencias ajenas; sabemos respetar la religión y las religiones, porque consideramos que las religiones son como perlas preciosas engarzadas en el hilo de oro de la divinidad.

Las creencias religiosas tampoco son percepción directa de la verdad. El sol existirá si creemos en él o no creemos; la tierra girará al rededor del astro rey aunque no creamos; el fuego nos quemará el dedo cada vez que lo metamos entre la llama, aunque nosotros no creamos. Así, pues, lo que un hombre crea o deje de creer, no es la verdad.

Más allá de la mente intermedia, está la mente interior. Si la mente sensual funciona con base presisamente en las percepciones sensoriales externas, la mente interior funciona con los resortes precisos de la conciencia superlativa y trascendental del ser.

Así pues, la conciencia despierta puede conocer los fenómenos de la naturaleza en forma directa, completa, íntegra, un unitotal. Y luego, entregar esos datos a la mente interior. La mente interior, con los datos de la conciencia superlativa del ser, conoce lo real, conoce los misterios de la vida y de la muerte, conoce el origen de la vida, descubre eso que la mente sensorial ignora; sabe de dónde venimos, para dónde vamos, cuál es el objeto de la existencia, etc.

La mente sensual, no puede conocer los fenómenos de la naturaleza en sí mismos. Vemos aquí una flor, por ejemplo, un clavel, la mente sensual dice: «es un clavel» ¿Pero quién nos dijo que éste era el nombre de esta flor? Nos lo enseñaron en la escuela, nos lo enseñaron en la casa, nos lo enseñaron las gentes. Pero ¿A nosotros nos consta que sea ese sea el verdadero nombre de esta flor? Nos lo enseñaron, sí, pero ¿Qué autoridad tienen los que nos lo enseñaron para ponerle un nombre a esta flor? ¿Cuál será su verdadero nombre? ¿Somos acaso los amos de la sabiduría universal para saber cuál es el nombre que el divino arquitecto ha puesto a esta flor?

Con la mente interior todo cambia; decimos: el verdadero nombre de esta flor es tal o cual; sus componentes son tales o cuales. En el colegio, en la escuela en la universidad, se nos pudo entregar la fórmula química de esta flor y entonces nosotros vemos, en esa flor la fórmula que nos metieron en la memoria, pero no estamos viendo la flor; el nombre que nos enseñaron, pero no estamos viendo su verdadero nombre, estamos viendo lo que nos enseñaron, estamos poniendo en la flor, lo que aprendimos en la escuela, en el colegio, en la universidad, pero no estamos viendo la flor.

Verla es diferente. Tenemos que abrirnos a lo nuevo, para que la flor nos hable, tenemos que conocerla, tenemos que colocarnos en un estado receptivo, pero nosotros somos orgullosos, nos creemos más grandes que la flor y la llamamos de tal manera; decimos: un clavel y su fórmula química es tal, porque nos enseñaron en la escuela; pero estamos viendo lo que nos enseñaron en la escuela, no estamos viendo la flor.

La conciencia sí puede ver la flor, conocerle su real nombre en el cosmos, conocer sus verdaderos funcionalismos y sus reales elementos; la conciencia puede pasar esos datos a la mente interior y la mente interior puede comprenderlos.

Hoy por hoy, con nuestra mente sensual, lo único que hacemos nosotros en verdad, es proyectar nuestras propias ideas y conceptos sobre los fenómenos. Nadie puede aprender con la mente sensual los fenómenos de la naturaleza y del cosmos porque la vida fluye incesantemente y cuando nosotros queremos retenerla, aunque sea por un instante, la matamos. Sólo con la conciencia despierta, expresándose a través de la mente interior, podremos conocer los fenómenos en sí mismos y por sí mismos, aquí y ahora.

Hay dos tipos de ciencia: la ciencia profana y la ciencia pura. En la ciencia pura, no existen teorías, sino hechos. Si yo les dijera a ustedes que el Conde San German, que vivió en los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, etc., todavía vive; ustedes me creerían loco. Pero conozco al Conde San German y de eso doy testimonio: vive. Vive sostenido por una ciencia que ustedes no conocen; la ciencia pura, la ciencia del superhombre, la ciencia que conocen los extraterrestres que viajan a través del espacio infinito. La ciencia de los señores de la vida y de la muerte, la ciencia de aquellos que han abierto la mente interior.

Nosotros no somos sino parbulos del conocimiento universal y eso es todo. Mas podemos despertar conciencia, destruyendo los elementos indeseables que llevamos dentro, y transformarnos radicalmente para convertirnos en verdaderos superhombres, en el sentido más completo de la palabra.

Ahora, en estos instantes de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios, en estos momentos de terremotos y maremotos, bien vale la pena que nos exploremos a sí mismos, bien vale la pena que intentemos un cambio psicológico, una transformación radical; bien vale la pena que nos levantemos en armas contra todos los conocimientos anticuados, extemporáneos; bien vale la pena que nos convirtamos en verdaderos revolucionarios de la psicología, e verdaderos reveldes de la inteligencia, en hombres capaces de iniciar una nueva civilización y una nueva cultura.